El templo de Zeus en Olimpia es una ruina.
Magnifica, sí.
Pero ruina al fin.
Impresionan sus columnas derruidas.
Sugieren su antiguo esplendor.
Su potencia…
…ahora por los suelos.
Pero es piedra.
Piedra inerte.
No piensa.
No recuerda.
Y si lo hace, piensa que siempre ha sido así.
Lajas enormes tumbadas en la hierba.
Somos los otros
quienes pensamos en su antiguo esplendor
quienes sentimos nostalgia
quienes lloramos su gloria perdida.
Pero él no.
Se cree eterno e inmutable.
Y es feliz.