Ha muerto la Sardá.
La conocí en su camerino después de una Madre Coraje inolvidable (aunque ya la tengo un poco desvanecida) donde no me hizo mucho caso. Para mi era un momento excepcional, lleno de emoción me había proporcionado tantos buenos momentos sin saberlo…
El hecho es que lamento su desaparición…
Hay cosas que no deberían ser lagrimas en la lluvia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario